Un entrepreneur amigo me contaba que cuando emprendió un largo viaje por las rutas del Sur de Chile, sabiendo que demoraría más de 150 días sin acceso a teléfono, pretendía acabar la mitología carismática que tanto llena de vanidad, pero que hace tan mal a la empresa.
Quería probar que ya era desnecesario y no el tal de líder activo, con mirar al aguila y con visión de futuro y navegando a modo en la empresa entre filosas rocas llenas de obstáculos.
A su vuelta supo que habían refaccionado su oficina, eliminando su vacante en el estacionamiento y regalado su alfombra persa para otro socio.
Ni Marco Polo, preso en Venecia, había perdido tanto prestigio en tan poco tiempo.
Ahora me cuenta que se habituó a vivir sin secretaria, escritorio, estacionamiento, beneficios o prestigio artificial. Luego me cuenta que hoy vaga por la empresa, no como capitán, sino como un fantasma que mantiene sus pasiones, pero no tiene verdadero poder de mando.
Conmemoró 2 años sin tomar una decisión sólo, aprobar una inversión o firmar un cheque en la empresa. Resultado, los ingresos se han duplicado, nuevas oportunidades fueron creadas, no por la gerencia sino por todos los aliados de la empresa.
Esto le ha permitido reflexionar, cuánto estaba el dispuesto a cambiar más allá de los planos estratégicos y de la reingeniería.
Ahora vive y trabaja, donde esta su notebook y donde están sus ideas, sus libros, sus contactos y la oportunidad de compartir con gente joven, de edad y de espíritu.
A través de este innovador sistema de administración su empresa ha generado una cultura entrepreneurship en que cada uno de los profesionales que trabajan en esta organización, lo hacen a través de contratos de participación por proyectos cultivando una forma de relacionarse de sorprendentes características. Verdaderos empresarios internos, dueños absolutos de los proyectos que fluyen interactivamente con clientes cautivados.
En síntesis este entrepreneur ha transformado una organización en que primaban las jerarquías de experiencia a una en que priman las jerarquías de imaginación.
Como para pensarlo.
Autor: Fernando Vigorena / Fundación Emprendedores de Chile