Balances Contables en la Nueva Economía

  • Publicado por Admin
  • 29 de agosto de 2011 17:18:36 EDT
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Cada 1 hora se vende, compra, fusiona o cambia de propietario una empresa en el mundo. Si se considera el valor patrimonial de la organización y se le compara con el valor de enajenación o, en su defecto, el de Bolsa, se podrá comprobar diferencias increíbles entre ambos valores, el de libros y el de mercado. En síntesis una empresa no vale por el patrimonio que está registrado en el balance. Vale por lo que el mercado estima, mejor dicho, por sus flujos y utilidades futuras. 

Entonces ¿para qué existen todavía los balances? ¿De qué sirve esa confusión de números escondidos por detrás de líneas obscuras, notas en letras pequeñas al pié y un montón de frases raras, con materias como activos y pasivos, inmovilizado o diferido? Para que decir de los créditos de liquidación dudosa, o el realizable a largo plazo y los pasivos circulantes. 
¿Cómo reaccionar frente a una depreciación o, peor, ante una amortización? Ni hablar, en estos tiempos de globalización de goodwill, liabilities o equity. Así es. 

Solo se sabe vagamente que, al final de cuentas, el activo tiene que ser igual al pasivo. También se sabe que lo más importante está en la última línea del balance, aquella que dice si una empresa esta en el azul o en el rojo. Pero la técnica contable continúa siendo un misterio accesible a unos pocos iluminados. 

Desde el tenedor de libros hasta los contadores de la época industrial ya se conocían casos de diferencias y discrepancias entre lo que una empresa vale (cuanto están dispuestos a pagar por ella) y lo que está registrado en el balance. 

Se deduce entonces que el balance tiene la función de señalar si la empresa tiene utilidades o no, y carece de la información sobre el valor de la empresa. 

Dicho de otra forma, la contabilidad tradicional es fantástica para medir la utilidad que se origina, pero es extremadamente pobre para medir las utilidades futuras. 

Lo que el tenedor de libros de otrora no sabía y no podía imaginar era la importancia que tendría en la nueva economía esta enorme diferencia entre el valor accionario y el de libros 


Como para pensarlo!!

 

 

 

Autor: Fernando Vigorena P. 

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