Clàudia Gardella
Asesora de planes de marketing de Més Comunicació
Miembro del Forum Millora Contínua
No creo que haya trabajadores con actitud negativa en las empresas, porque éstos duran poco.
Creo que puede haber trabajadores motivados o desmotivados. Una vez más tenemos que hablar de implicación en la empresa. La implicación y motivación de los trabajadores, la impulsan los proyectos, la ilusión, la propia empresa y la contrapartida económica y emocional y la realización personal y laboral de cada individuo.
Metas concretas y difíciles. Según, el grado de dificultad que tenga la tarea a realizar, los objetivos y las metas tienen que ser concretos/as, de esta forma es más fácil estimular la motivación. Las metas concretas, señalan de una forma clara qué es lo que se desea lograr y ayudan al trabajador a mejorar su comportamiento. Se necesita un esfuerzo que se ve recompensado a corto plazo, y esto es muy importante ya que un trabajador con metas claras tendrá un mejor desempeño que otro que no las tenga o cuyas metas sean difusas. Las metas difíciles, despiertan deseos de ser alcanzadas, intensifican la motivación y orientan el trabajo hacia una determinada dirección. Cuándo se dan estas dos premisas a la vez, tener metas concretas y difíciles, se desarrolla una persistencia a lo largo del tiempo, hasta que se logra la meta.
En todo ello, el individuo debe estar capacitado, tener aptitudes para el desarrollo de la meta, y saberlo, ya que por el contrario, puede crear en él, cierto grado de ansiedad, que será contraproducente para la empresa y para él mismo.
Cuándo existe un trabajador con aptitudes, metas concretas y un proyecto con cierto grado de dificultad, es muy fácil que la actitud sea muy buena. Actitud activa, de ilusión, participación y esfuerzo en lograr metas.
Por lo tanto no creo en las actitudes negativas, si no, en trabajadores desmotivados, a veces por falta de metas. Lo que sí existe son contaminadores, individuos buenos para la empresa, pero malos compañeros o desmotivadores del resto de individuos. A éstos conviene aislarlos, no hacerlos trabajar en grupo.
Josep Fontova
Asesor Financiero
Miembro del Forum Millora Contínua
Todos, a lo largo de nuestra vida en el trabajo, hemos conocido trabajadores con actitudes negativas, tanto a nivel emocional como a nivel conductual. En el lenguaje laboral coloquial incluso estas actitudes son bautizadas mediante diversos nombres/adjetivos de connotaciones claramente negativas, que definen los diferentes tipos de negatividad dentro del equipo.
Si la pregunta es si son mayoría en las Empresas, la respuesta es evidentemente que NO, y si los hay, en mayor o menos porcentaje, la respuesta es SI. Por su influencia en el equipo, los trabajadores de actitud personal negativa son nefastos.
En otro orden de cosas, la reflexión que deberíamos hacernos antes de poner la etiqueta a la persona, es: la actitud negativa proviene del propio trabajador, o le está ayudando su entorno?
No deseo entrar a discernir sobre las actitudes personales desde un punto de vista psicológico, ya que no es nuestro tema. Lo que sí sabemos es que existen personas con actitudes negativas, hacia ellos mismos, y que las transmiten hacia su entorno familiar, de relaciones, y obviamente asimismo al entorno laboral. Ante esta actitud, hay poco que hacer.
Un antiguo Jefe que tenía en los años 70 siempre decía: "Al trabajo se ha de venir motivado. Deje sus problemas personales en su casa." Es un concepto muy radical que no se nos ocurriría argumentar hoy en día. Pero no deja de revelar un transfondo de realidad.
Los empleados con actitudes conductuales y emocionales negativas de forma crónica, no dejan de infectar al resto del equipo, transmitiendo desánimo. Al igual que se transmiten las actitudes positivas, las negativas actúan de forma vírica y tienden a ser imitadas. Frases del nivel de: "se aprovechan de mi", "éste sistema de análisis no funcionará", "otra vez un nuevo proceso", etc., influyen negativamente en el resto de los trabajadores. Ante éste tipo de personas hay poca cosa que hacer. Bueno: sólo una, que ya conocemos, cueste lo que cueste. A la corta saldremos ganando.
Pero ¿y si la actitud negativa proviene en mayor o menos parte de nuestro funcionamiento interno? Deberíamos revisar éstos puntos:
¿Cuestionamos la transparencia de nuestras decisiones que afectan a los empleados?
¿Mantenemos una política de retribuciones y ascensos de formulación clara?
¿Cómo tenemos estructurada la información vertical y lateral en nuestra Empresa?
¿Es sincera la comunicación que ofrecemos a nuestros trabajadores?
¿Contamos con los equipos y su colaboración en soluciones o mejoras de procesos de los que son responsables, o vienen "dictadas" sin más explicación?
¿En caso de problemas familiares o personales puntuales de nuestros empleados, tenemos reglamentado algun tipo ayuda por parte de la Empresa.?
¿Mantenemos Directores de Departamento ineficaces que actúan como "tapón" en la promoción de personal válido?
Podríamos hacer ésta lista interminable. Pero éstos son sin duda puntos que pueden provocar (de hecho provocan) actitudes negativas en el equipo.
Uno de los líderes en management, Jack Welch, ex-directivo de General Electric, afirma que una actitud negativa deteriora sin remedio la confianza que se ha construido dentro del equipo humano que conforma una Empresa, debilitando la cohesión de éste equipo, y por lo tanto su capacidad para obtener resultados de excelencia. Y la Dirección General, debe plantearse periódica y sinceramente, las cuestiones antes formuladas.
Y recordemos que éstas actitudes, afectan asimismo a las relaciones con nuestros clientes (los clientes son, sin duda, el activo más importante que disponemos, aunque a veces podamos anteponer en nuestro ranking personal otros activos de los que no dudamos su valor), y en consecuencia, inciden directamente en los resultados de la Empresa, en su continuidad, e influyen de retorno negativamente, en la totalidad de la plantilla.
Autor: www.noticias.com