La importancia de llamarse empresario

  • Publicado por Admin
  • 15 de octubre de 2011 11:02:55 EDT
  • 0 comentarios
  • 10.731 accesos


¿Qué haría usted si logra reunir por diversos medios $520 millones o un millón de dólares? Lo más probable sería que lo gastaría en suplir muchas necesidades y darse algunos lujos.
Pues bien, hay en Chile, un reducido grupo de personas que prefiere invertir esos fondos en la creación de una empresa, que le multiplique el capital y de rebote de empleos a la legión de personas que se preparan para buscar una posición laboral.

A inicios de los 90 se abrían 38.000 empresas anualmente en Chile, según datos del Diario Oficial, hoy solo se abren menos 12.000 al año, lo que sin lugar a dudas es un tema preocupante para un país que requiere de nuevos emprendedores generadores de crecimiento económico y nuevos empleos.
¿Estaríamos entonces ante una sequía empresarial de proporciones o ante un cambio generacional?

Ser un empresario, significa en sí, asumir riesgos personales que en muchos casos comprometen el patrimonio personal, cometer errores y finalmente poseer una perseverancia a toda prueba.
Es por eso que se confunden los “Empresarios” con los “Grandes Empresarios” que en cantidad no representan ni el 1% del total. La mayoría de las grandes empresas no están dirigidas por empresarios, sino por gerentes y ejecutivos.

Cuando el riesgo que se asume, involucra bienes de terceros y no los propios, se trata verdaderamente de accionistas, inversionistas, dueños o quizá ejecutivos, pero no de un empresario.

Todos ellos constituyen los eslabones más importantes en la creación de nuevas empresas y, por consiguiente, de fuentes laborales. Unos lo hacen a costa de manejar sueños y nuevas ideas, dispuestos a transformar lo que no existe en un producto o servicio que satisfaga a miles de personas y arriesgando sus ahorros y recursos. Otros lo hacen colocando en juego su prestigio profesional y su cargo.

Las nuevas empresas

La mayoría de las pocas empresas nuevas que están surgiendo en nuestro país, ya no son grandes organizaciones orientadas a la producción masiva. Más bien se trata de organizaciones de servicio, comercio o intermediación, generalmente sociedades limitadas con poco capital y generación de empleos. Incluso, casi ninguna de ellas son sociedades anónimas abiertas

Las nuevas y grandes actividades empresariales se manifiestan también a través de la inversión extranjera o local, que ahora se dedica a comprar empresas, reestructurarlas y despedir personal, más que a crear nuevos puestos de trabajo. En este tipo de inversiones no hay una clara identificación del proyecto con un empresario, sino más bien con un grupo de capitalistas dispuestos a buscar proyectos rentables.
En síntesis, la sequía empresarial es evidente. No hay mucho interés por ser empresario. Por otro lado la gente considera a los empresarios en la escala más baja de su valoración, lo que es tremendamente injusto.

Sin embargo, la cadena de todo el desarrollo es generada –justamente- por los nuevos emprendedores, conocidos como “los entrepreneurs”.
Ellos, con sus proyectos, para muchos poco rentables en ese momento, inician el proceso y asumen el riesgo, haciendo crecer sus empresas, las que luego de llegar a un punto de desarrollo están sujetas a ser compradas por grandes conglomerados. Léase el boom del comercio electrónico y de servicios que apoyan los procesos de Outsourcing de las grandes empresas. También el comercio, la intermediación, etc.

La mayoría de los chilenos dependen de este grupo de osados aventureros para que generen oportunidades de desarrollo, pero al parecer están en extinción.

Los nuevos empresarios

Como en el mundo de los negocios los grandes "nichos" ya se encuentran llenos, está surgiendo este nuevo tipo de pequeño empresario, el Entrepreneur, galicismo que lo identifica en todo el mundo. Es el empresario del Siglo XXI, aquel capaz de detectar los negocios de "sintonía fina" que emergen en la sociedad del conocimiento en que vivimos. Ellos se caracterizan por usar en un 80% las neuronas y 20% las máquinas.

Esta nueva filosofía de negocios, conocida como Entrepreneurship o emprendedorismo, ya se enseña en las Universidades latinas y esta de moda en Chile.
Todos quieren ser emprendedores, ¿o no ha escuchado términos publicitarios que hablan de “para espíritus emprendedores”, “cultura emprendedora” y cosas parecidas?

Pero esta nueva filosofía de negocios se basa en variables, como el riesgo, los errores, los fracasos y la pasión por una idea, temáticas aún no reconocidas por la teorías económicas, y que puede surgir como algo absurdo o imposible de lograr, pero que constituye la nueva esencia en el estilo en que se está forjando la capacidad emprendedora en nuestro país.

La acción emprendedora nace con un sentimiento de insatisfacción de la persona, principalmente con lo que le está pasando en su carrera profesional. Un sentimiento de frustración y disgusto que en algunos casos no lo deja dormir, lo torna irritable. Nace el deseo de dejar una marca en la vida, algo que lo sustente en el futuro, una razón para sentirse importante.

Comienza así la búsqueda de algún producto o servicio que pueda generar el desarrollo de un nuevo negocio, que solucione el problema al consumidor. En este sentido, considérense los grandes éxitos desarrollados en los últimos años por entrepreneurs en las áreas de la biomedicina, servicios, telecomunicaciones, computación, internet y otros, que estuvieron dispuestos a asumir riesgos, endeudarse financieramente, asumir responsabilidades para las que no se habían preparado ni se las habían enseñado en la Universidad. Desarrollar planes de negocios, dejar sus trabajos seguros y comprometer a la familia en proyectos considerados por muchos como riesgosos y poco probables de tener éxito.

En síntesis, el entrepreneurship es una actitud positiva hacia la gestación de negocios, constituyendo una tecnología que se puede aprender, rompiendo así con el paradigma clásico de que se "nace bueno para los negocios".

En verdad, está emergiendo una cultura emprendedora soterrada, donde una creciente cantidad de chilenos están optando por iniciar sus propios negocios o actividades personales, superando la creciente cantidad de trabas legales, tributarias y de todo tipo. Sin contar con la lenta incubación de políticas estatales y privadas de incentivo al desarrollo de fondos de capital de riesgo que apoyen los nuevos negocios, aquellos sin historia y que se basan en un proyecto viable.

Lo que actualmente existe es ineficiente y sólo constituyen aportes de capital a negocios con “historia”

Este fenómeno se verifica más entre la gente joven de espíritu y en una corriente de ex-ejecutivos y profesionales que están creando nuevas oportunidades en empresas de servicio, comercio, conocimiento, información y valor agregado en el área fabril. Sin contar con muchos jóvenes que tienen buenas ideas de negocios.

Es por eso, que más que nunca, necesitamos en Chile, gente con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas y ¡como nos hacen falta!

Autor: Fernando Vigorena Pérez

0 comentarios