Hace ya unos años entré a trabajar en la División de Operaciones de una agencia de aduanas. Ya desde el principio noté diferencias entre las distintas divisiones o áreas debidas a estilos distintos de dirección y de trabajo dentro del mismo contexto laboral.
No fue grato descubrir, al poco tiempo, que se hacían actividades delictivas y autoritarias en mi División. Al principio me enfrente sólo con rumores de la gente de la misma aduana. Todos los días recibía comentarios acerca de malos manejos de dinero de caja por parte del Gerente, con la complicidad del Director de Operaciones. Al principio es difícil de creer, pues eso repercutía evidentemente en la operación diaria de la agencia, pero posteriormente entendí que debía ser cierto por la pérdida de clientes importantes.
Al no haber disponibilidad de dinero en la caja, los fletes y los impuestos de embarque no podían ser cubiertos y, por tanto, los clientes no recibían su mercancía en el tiempo acordado.
Investigué personalmente y conseguí pruebas. El Director de Operaciones me evitaba a toda costa y era casi imposible de encontrar en su oficina, para hablar con él había que buscarlo por toda la aduana. En ocasiones le vi con personas de mala reputación dentro del ambiente aduanero, situación incómoda y desagradable, que me preocupaba por el daño a la imagen de la empresa y las operaciones turbias que podía llevar a cabo.
Al año de estar trabajando allí, el Director General me pidió un informe sobre mi estancia en la División de Operaciones. La finalidad no era otra que hablar sobre mi continuidad en la compañía. Le comenté la situación delicada de mi división y me pidió causas, efectos, nombres, situaciones, hechos y soluciones. De manera que redacté un informe completo con todos los hechos detallados.
Las irregularidades no cesaron en ningún momento. De manera que presenté un informe claro, objetivo y honesto. Podría ocasionar una serie de efectos positivos para la empresa y negativos en la gente directa e indirectamente involucrada. Para todos ellos las consecuencias laborales eran evidentes. La mayor preocupación era que no sabía de qué lado estaba el Director General, sólo me pidió el informe. Si estaba en el lado equivocado, mi puesto peligraba.
Decidí actuar con coherencia y entregar el informe, no sin cierta satisfacción personal por pensar que contribuía a hacer un bien a la empresa y a los clientes, así como no faltar a la verdad.
El Director General al leer el informe me preguntó si tenía inconveniente en pasarlo a los demás Directores y al Consejo de Administración. Yo respondí que no había problema en pasarlo, me puse a su disposición si fuera necesario aclarar alguna duda. Mi jefe sonrió, no sabía qué podría significar esa sonrisa.
Todos leyeron el informe e inmediatamente se tomaron medidas tajantes para con los responsables de la División de Operaciones. Un mes después se me ofreció un cargo gerencial en otra división, a la vez que se me felicitó públicamente por haber mostrado entereza e integridad en todo momento
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN:
¿Se puede actuar siempre éticamente?
Si los valores de la empresa son distintos a los valores personales, ¿a qué hay que estar dispuesto?
Cuando se comete una falta ética en la organización, ¿se trata de un error humano, o de un error del sistema?
CONCLUSIONES:
Cuanto más fuertes sean los valores de una persona, más fuerte se hace.
Una buena actuación ética profesional, reporta una muy grande satisfacción personal.
El comportamiento ético aumenta la confianza y seguridad en uno mismo, dando el valor de enfrentarse a situaciones y personas que parecía en un principio que nos desbordaban o que eran superiores a nosotros.
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