Josep Mª Galilea
Presidente del Grupo Galilea
Miembro del Grup Millora Contínua
Se nace con las características de un buen directivo. Hace falta una base que muy poca gente tiene. Pero a partir de estos mínimos el ejecutivo se hace. Sin duda por voluntad y ganas, porque hay mucha gente que no quiere responsabilidades o no se imagina dirigiendo. Entonces es imposible. Superadas estas dos posiciones es imprescindible el aprender y formarse para llegar a ser directivo y casi cualquier persona puede llegar a serlo. No sirve la excusa de que no he nacido para esto o no me prepararon para dirigir.
Rigor alemán y flexibilidad latina. Es lo correcto. Son tópicos ya no válidos: creatividad, empatía y orden. El orden lo puede tener cualquiera que se lo proponga. La empatía se puede conseguir aunque sea con esfuerzo y quizá sí la creatividad pueda ser más propia de los habitantes de alguna que otra zona del mundo, probablemente por efectos climáticos, alimenticios, etc.
También tendría que tener en cuenta que no en todas las partes del mundo y no en todos los tipos de actividad y tampoco en todos los momentos de una empresa se debe dirigir igual a los equipos humanos.
Dirigir bien es tan difícil como se dice. Sí, pero el problema es que hoy hay que dirigir “muy bien” y esto no es simplemente difícil es muy difícil. Los cambios de mercado, la abundancia legislativa, la evolución de las costumbres de los consumidores, las variaciones de modas y tendencias, etc., obligan a una puesta al día continua que además de asimilarlo hay que estructurarlo y aportarlo a la empresa.
Para dirigir bien una empresa hay que coordinar un grupo de personas para fabricar un bien o servicio y después venderlo a un precio de mercado; obviamente no es tarea fácil. Si sale bien es casi milagroso.
Josep Mª Vilamajó
Socio fundador del Grupo Winterman
Miembro del Grup Millora Contínua
La materia prima es la empatía. La materia prima esencial para conseguir el producto final vendible con el nombre del buen directivo es, sin lugar a dudas, la empatía. Una persona dotada de ésta no muy frecuente cualidad, mediante la formación adecuada podrá ser un brillante Directivo, pero sin ella, jamás un adecuado proceso formativo le permitirá superar el listón de buen profesional.
La empatía se puede destruir. En base a ésta categórica afirmación, la pregunta de rigor sería: ¿la empatía se puede crear, transformar o destruir? La respuesta sería no a las dos primeras cuestiones y sí a la tercera, lo que explica, que grandes Directivos atrapados por su Ego en un momento determinado dejan de ser válidos y pasan a convertirse en cargos impuestos que mueren de empatía degenerativa.
La empatía se debería exigir. Es lamentable que las Escuelas de Negocios que yo conozco no exijan a los alumnos como requisito indispensable para cumplimentar la matrícula, una prueba previa de empatía, lo cual les permitiría mayor objetividad a la hora de orientar su futuro profesional con mayores garantías de éxito.
La mujer tiene menos empatía que el hombre. Una cuestión que considero interesante someter a la consideración de quién lo estime oportuno es la siguiente: ¿Por qué la mujer tiene menos empatía que el hombre? Si bien es verdad que no existe un estudio científico del tema, se coincide en medios empresariales que la mujer que dirige mantiene una conducta menos empática y su capacidad de relacionarse en el ámbito laboral es generalmente menor que la del hombre. Los motivos, quizás sigue siendo un problema cultural, querer mantener distancias para que nadie se confunda.
Autor: www.noticias.com