La empresa contratante exigía que los eventuales interesados contaran con formación universitaria en Ingeniería Comercial en Universidades tradicionales, capacidad de liderazgo, creatividad, energía, ser emprendedores, orientados a logros, estudios de informática, inglés fluido y como si no bastase pedían que fuesen “hands on”.
Para el Superman III que consiguiese convencer al entrevistador de que poseía esas variadas competencias, la remuneración era de unos $600.000. O sea, poco y nada.
Este no es un ejemplo fuera de la realidad criolla. Por el contrario, es casi un paradigma en los anuncios de empleo actuales. La abundancia de candidatos hace que las empresas eleven cada vez más la altura de la vara que los profesionales tienen que saltar para ser admitidos. Y muchos, de hecho, la saltan y se jactan de ello. Pero luego vienen las complicaciones motivados por la sobre calificación que se verifica frente al cargo.
Conocí hace poco a quien se quedó con el cargo señalado. Llamémoslo Juan, ocupando el vistoso cargo de “Gestor de atención Interna”.
Uno de sus primeros clientes internos fue un tal Martínez, Gerente de Contabilidad.
____Juan, quiero tres copias de este informe. In a hurry, respondió el.
____Salud dijo el Gerente.___No, eso quiere decir “bien rápido”, no ve que yo soy fluido en inglés, corrigió Juan.
____¡Qué se yo, pero sáqueme rápida las copias!. Usted no prefiere que se las digite, aprovechando mis profundos conocimientos de informática, señaló Juan.
De esta forma, se llevaron varios minutos. Uno mostrando sus competencias y el otro llevándolo a la realidad de las cosas en esa empresa.
En ese momento nuestro héroe, quiso resaltar su creatividad y le preguntó a Martínez si había algún desafío que liderar. Lamentablemente no había a quien liderar, todos ya estaban liderados. Había terminado hace poco un curso de liderazgo para gerentes. Juan volvió al ataque señalando que el era muy emprendedor y después de 2 días de trabajo no había sucedido nada. El Gerente de Contabilidad le señaló que no se preocupara “Yo llevo 18 años aquí y no ha sucedido nada”.
Si, pero usted es “hands on”, le respondió Juan. ¡¡¡Qué!!! Exclamó Martínez. “Manos a la obra” significa, le agregó Juan. Ha, sí, creo que es así.
Entonces saque usted las fotocopias, terminó señalando Juan. Yo me voy a explorar mis talentos y potencialidades. Fue lo que me prometieron cuando me contrataron.
De esta forma, el mercado laboral esta quedando dividido en dos fracciones. Una, cada vez mayor, de los que no consiguen empleo alguno por no tener las calificaciones requeridas. El otro grupo, pequeño pero creciente, es de los admitidos porque poseen todas las competencias exigidas por los avisos, pero que las podrán usar solo en la mitad ya que la función no las requiere. Esto nos lleva a una conclusión, se están contratando cóndores para volar en una jaula.
Alguien podrá, con justa razón, señalar que la empresa esta mirando en el largo plazo: siendo portador de tantos talentos, el funcionario podrá ir siendo preparado para asumir responsabilidades cada vez mayores.
En una empresa que conocí, cayeron en esa trampa. Admitieron un montón de gente super calificada y las conversaciones en el café eran de tal nivel que un visitante distraído podría pensar que estaba en el auditórium de la Fundación Alfred Nobel. Lamentablemente, esa empresa se debate hoy entre los malos resultados, los despidos, las reuniones de coordinación, unido a la rectificación mensual del budget.
Hace unos días un grupo de auditores fueron a visitar la fábrica de esa empresa. En medio de la carretera, el neumático de la 4x4 pinchó. Como los celulares no funcionaban en ese sector, lo que quedaba era confiar en don Manuel, el chofer del todo terreno. Ahí descubrieron que el tal Manuel hablaba inglés, tenía sólidos conocimientos de sistemas, poseía energía y creatividad. Sin mencionar que estaba haciendo un post grado en mecánica multivalvular. Solo que no supo sacar la rueda, menos ponerla.
Por ahí pasó un sujeto en bicicleta. Para horror de todos se expresaba con términos como “aguaite un poco patrón” y cosas parecidas. En no más de 5 minutos instaló el neumático y entre todos los auditores le juntaron $300 de propina, y se fue feliz. Ese ciclista anónimo es el perfil que las empresas evitan contratar, porque no impresionan a nadie.
Autor: Fernando Vigorena / Conferencista Internacional Web: http://www.fernandovigorena.cl
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