La finalidad de la empresa

  • Publicado por Admin
  • 28 de agosto de 2011 18:23:45 EDT
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Desde hace algunos años, los recién llegados al mundo de las finanzas, con un cierto aire de suficiencia nos dicen que el fin de la empresa es crear valor para los accionistas, y lo dicen haciendo énfasis en lo que les parece un descubrimiento: crear valor. 

No puedo entretenerme en la crítica de esta teoría, pero sí puedo afirmar que, por mucho que insistan en ello, no es verdad que el fin de la empresa sea crear valor para el accionista. Y mi afirmación parte de lo que para mí es un axioma: La empresa es, ante todo, una comunidad de personas. 

Los que aportan trabajo, capital y dirección son personas, los proveedores y los clientes son personas y la sociedad en la que la empresa se ubica está formada de personas. Y todas las personas deben ser tratadas de acuerdo con su dignidad. Lo cual quiere decir que, en el modelo de dirección al que me siento vinculado, la persona debe ser el centro de las decisiones empresariales. 

Sentada esta premisa, diré que, para mí, el fin de la empresa es bifronte. Por un lado, prestar un servicio, el propio de cada empresa, que redunde en el bien común de la sociedad. Y por otro lado, crear riqueza, añadir valor económico, es decir, generar rentas para los que integran la empresa como aportantes de capital, trabajo y dirección. Y todo ello, mediante actuaciones que, en todo momento y circunstancia, sean congruentes con la dignidad de las personas que integran la empresa y de aquellas que están en contacto con la empresa desde el exterior. 

Ahora bien, la empresa para el logro de su fin se organiza en áreas funcionales, entre las cuales está la financiera, que, como los demás, debe tener su propio objetivo. 

Y este objetivo financiero sí puede definirse en términos de maximización de valor económico. En efecto, si un accionista quiere entrar en posesión de su patrimonio, no tiene otro camino que vender sus acciones a alguien que le sustituya, en todo o en parte, en el capital de la empresa. Para este propósito, el valor contable de la acción no tiene ningún significado; lo que verdaderamente interesa al actual o futuro inversor en el capital de riesgo de una empresa es el valor de mercado de la acción, ya que éste es el precio al que podrá entrar o salir de la empresa. 

Por lo tanto, si la preocupación de la dirección de la empresa debe ser dar equilibrada satisfacción a todos sus componentes, incluidos los accionistas, podemos concluir que si bien el fin de la empresa, como he dicho, no es crear valor para los accionistas, el objetivo financiero de la empresa subordinado al fin de la misma y, concurrente a su logro, sí es crear valor para los accionistas, intentando maximizar el valor de mercado de la acción. 

Este objetivo no se opone al objetivo final tal como lo hemos definido, si en el empeño de crear valor para los accionistas se respetan las reglas de comportamiento ético, derivadas de la dignidad del hombre. Es más, el logro del objetivo financiero, que se basa en la obtención de suficientes beneficios a fin de poder crear valor para el accionista, es, en cierto modo, una señal de que el objetivo final se ha logrado o puede lograrse. Así lo declara explícitamente el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Centesimus annus cuando dice: "La Iglesia reconoce la justa función de los beneficios, como índice de buena marcha de la empresa. Cuando una empresa da beneficios significa que los factores productivos han sido utilizados adecuadamente y que las correspondientes necesidades humanas han sido satisfechas debidamente." 

El concepto de empresa y su finalidad, que de forma tácita o expresa existe en cada empresa, influye muy poderosamente en el comportamiento de los empleados. En ocasiones imposibilita la evolución que se pretende. 



Autor: Rafael Termes / IESE
Web: http://www.cardonalabarga.com

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